Historias de Doolittle

Precioso día de primavera. De mañana fresca y tarde soleada. Hoy, desde que los rayos del sol han comenzado a colorear la ciudad, he decidido respirar con profundidad y darle un poco de quietud a la mente, bastante alterada estas últimas semanas.
Lo más bonito, el inmenso cielo. Despejado y azul. Tierno, calmante, seguro, confortable y armonioso. Subida en un tren de cercanías con dirección sur, atravesando descampados y moles gigantes de cemento, he sentido cómo el azul abrazaba el entramado urbano, desde el mismito centro hasta el más pequeño recoveco de los barrios periféricos. Todos podemos disfrutar de él. Y darme cuenta de ello me ha producido una plancentera sensación de optimismo.

curiosidades del azul