viernes, julio 29, 2005

Cerrado por vacaciones


jueves, julio 28, 2005

Visión de Nueva York

Unas veces en la sombra, otras a pleno sol. Unas veces por su propio interés, otras pensando en mí. Si hay alguien especializado en hacer mi vida más fácil, ese es Linus.
Esta semana me ha hecho un regalo envuelto en papel rojo. Sabía que yo lo quería y que todavía necesitaba un pretexto para hacer mío Visión de Nueva York, el cuaderno que llevó la escritora Carmen Martín Gaite en sus días neoyorkinos y que ahora han editado Siruela y Círculo de Lectores.

Carteles de película, recortes de revistas, tickets, entradas, anuncios de publicidad, notas, comentarios hilarantes, decenas de fotografías y pequeños textos sirvieron a la autora para componer un mosaico de collages, que atrapan con inteligencia el discurrir de su vida y sus sensaciones entre 1980 y 1981.

Una auténtica delicia que voy a saborear este veranito.

…Y me ha tenido ocupada esta tarde…



miércoles, julio 27, 2005

Electrodomésticos antiestrés


Ojeras, piel tirante y la mirada completamente ida. Sí, son las pinceladas de un retrato poco agraciado, pero mío, desde ayer. Espero una llamada importante. El teléfono me ha plantado cara, mudo, y las horas me desafían avanzando sin piedad. Intento dormir. En vano. Pruebo con el ordenador y surge todo menos coherencia. Salir de casa con este calor es una odisea que descarto sin vacilar. Así que he hecho caso al consejo de una amiga que apuesta por sentarse delante de la lavadora como receta infalible para aplacar los nervios.
Bastante incrédula y desesperada (todo hay que decirlo) me he lanzado a probar este método sedante. Meter la ropa sucia dentro del tambor y cargar la máquina es una parte bastante tediosa del proceso (aunque, sin duda alguna, peor es tender), sobre todo tener que separar las prendas de color de las blancas. Una vez superada la primera prueba, y con los nervios todavía a flor de piel, me he entregado al aparato. Es todo un ritual. Primero cae el agua y las prendas dejan de estar rígidas y se unen todas en una masa uniforme. El jabón limpia la ropa y por catarsis, mi ánimo ha quedado purificado por primera vez en el día, y sin altibajos. El aclarado daba gusto verlo, pero tengo entendido que es el paso que más agua consume, y este verano no estamos como para andar derrochando el preciado líquido. No me quedaba suavizante en casa, así que no he tenido más remedio que prescindir de él. Aunque ahora echo de menos su aroma... Y durante el centrifugado he estado más que tentada en huir de mi posición. La maquinita en cuestión chocaba contra las paredes mientras generaba un ruido infernal. Como puede más el rigor informativo, he aguantado estoicamente delante del aparato simulando que no me alteraba. El caso es que ahora el corazón me late todavía más rápido.

martes, julio 26, 2005

No

Ha sido un largo descanso, casi una semana. Pero estamos en julio y hace un calor irracional. Y mis ojos, abrasados por la pantalla, necesitaban evadirse.
Los días, fresquitos, me han cundido en San Sebastián, con delicias gastronómicas que mi estómago ha agradecido, y conciertos en la playa junto a buenos amigos.

Hoy estoy nerviosa porque acabo de decir que no a un trabajo. Tomar la decisión me ha revuelto el estómago ¡Tanto esperar a que alguien me llame y cuando por fin sucede digo que no! Pero no me motivaba lo más mínimo. Sé que es bueno que me haya atrevido a decir no. Lo malo es que ahora me siento culpable (¡qué raro!) por haber dado prioridad a mi verdadera necesidad y deseo de encontrar un trabajo que, al menos, me guste.

miércoles, julio 20, 2005

Planazo


martes, julio 19, 2005

Verano azul


lunes, julio 18, 2005

Ya estoy aquí


Con broche de oro cerré anoche este fin de semana largo y elástico, envuelta en naturaleza y protegida por los 2.341 metros de la hechizante peña Foratata y la sierra Tendenera.

Desconectar en Sallent me produce una alegría infinita. De receta médica. El olor a churrasco en las horas punta, las lechugas del huerto de los vecinos, los pestiños, el pan de leña y las truchas recién coleantes son sólo algunos de sus atractivos. Porque, ¿hay algo mejor que dormir con manta en julio? Quizá, pasear de noche y sin linterna con una gran vía láctea y las siluetas de las montañas como telón de fondo. ¿O nadar en aguas frescas en medio de un gran valle?

Y además, de noche, la guinda del pastel. Arropado por el cielo estrellado, en el escenario flotante sobre el pantano de Lanuza del festival Pirineos Sur comenzaron las actuaciones del sábado con el divertidísimo espectáculo de la transgresora Astrid Hadad, irreverente cabaretera, cantante y actriz mexicana, que interpreta la música popular de su tierra con su temperamento salvaje y encandilador. Después, la canadiense Lhasa mezcló en sus canciones el blues, el country, la música gitana y los ritmos mexicanos.

Y el domingo, paseíto y aperitivo de despedida antes de la inevitable vuelta. Para que el regreso la capital no supusiera un brutal contraste, hice un alto en el camino y paré en el parque O´Donnell de Alcalá para disfrutar de un lujo que me regaló mi querido Linus: el espectáculo de Little Louie Vega y sus Elements of life. Todo un lujo.
Con una banda en directo, el housemaster de Nueva York nos hizo bailar sin parar con sus sonidos underground del Bronx y la cultura puertorriqueña, aderezados con las inigualables voces de Anane y Josh Milan, de Blaze. Emotividad desbocada y precisión en esta obra maestra que dirigia el genial Vega. Una auténtica joya.

viernes, julio 15, 2005

Sallent

Escapada.


jueves, julio 14, 2005

Suerte, ven a mí

¿Cuándo encontraré mi sitio y tendré un buen trabajo?

miércoles, julio 13, 2005

El cielo gira


Un paseo por parajes de magnética poesía. Experimenté este placer con El cielo gira, la ópera prima de Mercedes Álvarez. Durante casi dos horas me trasladé a la localidad soriana de Aldeaseñor, un pueblo agonizante que se descompone. Este largometrage documental detiene en imágenes el largo e inevitable proceso de la desaparición de las cosas.

Mercedes Álvarez dejó la aldea, con sus padres, cuando tenía tres años. Todavía quedan unos pocos vecinos (creo que 14), todos mayores, pero con saludable sentido común y jugosas expresiones, a los que la narradora acude para recordar las historias de su pueblo.

El cielo gira es una historia basada en el respeto a la realidad, que fluye con un ritmo suave y pausado. La narradora captura instantes irrepetibles y los salva del olvido, como en los lienzos hiperrealistas de Pello Azketa, a quien una enfermedad va dejando sin vista poco a poco. Las series de cuadros de este pintor evocan mundos de luz que tiembla, a punto de desaparecer, al igual que Aldeaseñor. Pero gracias a la realizadora, los parajes y las personas que en el documental se van desdibujando se nos quedarán para siempre.

martes, julio 12, 2005

La geometría del amor

Con frecuencia dejo para mañana lo que puedo hacer hoy. Y aunque no me gusta nada este lado vago de mi personalidad, tampoco me preocupa, porque tiene solución. Menos mal. Todavía no sé muy bien por qué, pero desde hace unos años he ido retrasando la lectura de La geometría del amor. Supongo que todo tiene su momento y es ahora cuando más he saboreado las construcciones invertebradas de esta colección de relatos escritos por el norteamericano John Cheever.

Cronista de suburbios durante las décadas de los años 30, 40 y 50, el genial Cheever, un maestro de la descripción, recrea desgarradoras historias ambientadas en casas unifamiliares que se organizan en escrupulosas filas con cuidados jardines delante. Desde la primera página me atrapó su universo, que con un lenguaje claro, crea un finito de palabras de una profundida bestial. Me regocijé con el placer que proporciona leer una buena historia contada de la mejor manera posible por un gran contador de palabras.

Adiós, hermano mío, El nadador, El enorme receptor de radio, y El marido rural, son algunos de los relatos del libro que espero que no se me escapen por los agujeros de la memoria. «Un cuento o un relato es aquello que te cuentas a ti mismo en la sala de un dentista mientras esperas que te saquen una muela. El cuento corto tiene en la vida, me parece a mí, una gran función. Es, también, en un sentido muy especial, un eficaz bálsamo para el dolor: en un telesilla que te lleva a la pista de esquí y que se queda atascado a mitad de camino, en un bote que se hunde, frente a un doctor que mira fijo tus radiografías... Pasamos el tiempo esperando una contraorden para nuestra muerte y cuando no tienes tiempo suficiente para una novela, bueno, ahí está el cuento corto. Estoy muy seguro de que, en el momento exacto de la muerte, uno se cuenta a sí mismo un cuento y no una novela», dijo una vez el autor.

Para los curiosos: Cheever.

lunes, julio 11, 2005

Rosa


Una rosa para ti, abuela.
Seguro que te gusta. Fresca y del color de tus labios.

Te echo tantísimo de menos...

viernes, julio 08, 2005

Londres 7J



jueves, julio 07, 2005

Toda una vida


Vine por el camino difícil,
la línea que nunca termina,
la línea que golpea en la piedra,
la palabra que rompe una esquina,
mínima línea vacía,
la línea, toda una vida,
palabra, palabra mía.

PAULO LEMINSKI

martes, julio 05, 2005

Metropolis

Aquí estoy.
En la inmensa jungla de asfalto.
Al acecho de historias.

lunes, julio 04, 2005

Hasta la próxima ola


Qué duro es volver a la ciudad cuando se ha alcanzado el paraíso. Como en un espejismo, el fin de semana se ha escapado de entre mis dedos con la vuelta a las obligaciones. La pena es que, además de sequedad y piel tirante, regresan pequeños e importantes matices que, durante tres días desaparecieron como por arte de magia: contaminación acústica de pitidos, motores, taladradoras y sirenas, quietud total del aire, colas en el mismo aeropuerto, gruñidos, sudores, prisas, “atajquitos”, algún que otro insulto, mundo subterráneo y una jefa petarda y maleducada, a la que aguanto, entre otras cosas, por no pasar todos los lunes al sol.
Tanto hastío al comenzar la semana no me conviene lo más mínimo, así que me consuelo tecleando un trabajo bastante interesante, previa minisiesta (bendición divina) y con la tranquilidad que da el saber que esto no ha sido más que un aperitivo estival. En menos de un mes, más.

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