domingo, septiembre 25, 2005

On the road

El sol entre un cielo de esmalte azul me ha acompañado en mi primer día de fitipaldi por la A6, la M40 y el eje del Pinar.

Y me siento casi tan campeona como Alonso.


miércoles, septiembre 21, 2005

Sing along



People will try 2 bring u down
and make your life so difficult
Its easy to stress out
But what you gonna do 2
make yr dreams come true?

Listen 2 yr innerself and
let yrself shine through

Ohh.. u gotta learn 2 luv yrself
u gotta luv yrself just 4 yrself.

There is nothing wrong with that
no one else can be u.

Ohh... so take those blinders off and live
yr life 4 u.

I said dont let them people
bring u down or ruin yr mood
cos I believe that u can do it...

KIM ENGLISH


lunes, septiembre 19, 2005

Lunes


jueves, septiembre 15, 2005

Princesas

Víctima del márketing, esta semana he visto la última película de Fernando León, que insiste en indagar en los submundos. No me creo casi nada en Princesas. Las reflexiones de Caye, la protagonista, sobre la nostalgia son de vergüenza ajena, más propias de una adolescente enamorada del sufrimiento que de una prostituta de 30 años; las putas tienen todas un tipazo de modelo; se abusa de los recursos fáciles, como el teléfono que no para de sonar. Si Caye no quiere que su familia se entere cómo se gana la vida, ¿por qué no lo silencia los domingos al mediodía, cuando come con ellos?. ¿Y es normal que una chica como ella de clase media no sepa quién es Bill Gates?
Como guionista, León me parece un cursi, que rellena los huecos con situaciones forzadas y reflexiones poco trabajadas. Un tópico detrás de otro.
A su favor juega la presencia Candela Peña, que consigue hacer creíble un personaje mal perfilado y sin motivación aparente. También me han chiflado los ojazos de Micaela Narváez y su sonrisa ladeada. Así que, quitando todo el batiburrillo de la película, me quedo con una buena amistad.
Y aprovecho para decir ¡Cuánto echo de menos a mis amigas!

miércoles, septiembre 14, 2005

Septiembre en orden

Mientras suena All hands on the bad one, de Sleater-Kinney, vuelve la flema del R&R a casa. Entre riffs de guitarras incendiarias, Linus y una servidora ponemos nuestro hábitat patas arriba con el loable propósito de ponerlo a punto para la nueva temporada otoño-invierno 2005. Vuelan por el aire los papeles acumulados que ya no sirven para nada. Probablemente nunca nos fueron de más utilidad que la nostálgica, pero creo que los dos tenemos tendencia a acumular (aunque el amigo se lleva la palma); amontonamos revistas leídas y manoseadas y dejamos espacio libre para nuevas que vendrán. Si nuestros propósitos se cumplen algún día tendremos todos los libros en las estanterías ya que no me gusta ver cómo se los comen las bolisas del suelo. Lo bueno de meter mano a los CDs con la sana intención de catalogarlos por estilos, es que te das cuenta de la cantidad de música relegada al olvido que apetece volver a escuchar. ¡Amparadas por nuestras paredes hay tantas buenas historias y canciones esperando que las descubra!… Me he dado cuenta de que estoy un poco vaga. Hay veces en las que ordenar la casa ayuda a ordenar la cabeza.


lunes, septiembre 12, 2005

Cabezas verdes, manos azules

Tan cerca… tan lejos. Al sur de la fusión del mar Mediterráneo y el océano Atlántico me espera un fascinante país. Sueño con disfrutar algún día de su hechizo: amaneceres de brillantes colores, su mezcla de aromas, el olor del jazmín, las especias y los almendros en flor, fumar algo de kif y beber té verde sobre alfombras de vivos colores dejando que vuele mi imaginación.
Todo llegará. Y mientras, aculumo ganas leyendo a Paul Bowles. Estos días he contribuido a que la melancolía de septiembre se adueñe por completo de mí mientras leía Cabezas verdes, manos azules, con el que me he transportado a lugares remotos, siempre de la mano de este personaje polifacético y tan especial de la generación beat. En su recopilación de crónicas de viajes por el Sáhara, el Rif, el sur de la India y Estambul durante los años 50 y 60, Bowles me ha adentrado en las tradiciones de las tribus del desierto, el ambiente y las costumbres de la antigua Constantinopla y los sugerentes sonidos de la música rifeña. Y así, entre letra y letra, continúo amasando mi sueño.

domingo, septiembre 11, 2005

Hoy es nuestro día

...de complicidad.

jueves, septiembre 08, 2005

Dos euros

El pan recién hecho y el periódico con las noticias frescas, mi desayuno de cada día; una hora y media de parking en el centro; una cañita; dos viajes en metro (con bono, eso, sí);unos pendientes de plástico, pero muy vistosos; una hamburguesa; una bolsa de gominolas; un par de CDs regrabables; un manojo de margaritas en el puesto callejero de la esquina; una pulsera solidaria en el top manta; unos rollitos primavera…¿Y por qué este listado? Cada elemento apenas cuesta dos euros, cantidad con la que sobreviven al día más de 2.500 millones de personas, o dicho de otra manera, el 40% de la población mundial, según revelaba el Informe sobre desarrollo humano 2005, presentado ayer por el Programa para el Desarrollo de la ONU. Esta demoledora (y nada nueva) noticia hiere mi conciencia.
Aunque en septiembre de 2000, los líderes mundiales prometieron en Monterrey reducir la mitad de la pobreza mundial en 15 años, seguimos comprobando que, la realidad es otra cosa. Aliviar la miseria de una buena parte de la humanidad es mucho más que una obligación. El mundo desarrollado no puede resolver todas las dificultades de los desheredados, pero sí hacer mucho más de lo que promete. Falta la voluntad política. Y como ciudadanos, debemos forzarnos a un ejercicio permanente y constante de denuncia. Hay que rebelarse y arañar pequeñas parcelas de justicia para tantos millones de personas que viven sin agua potable, alimentos, salud o educación. No es fácil. Pero es, sí o sí, nuestra responsabilidad.

NOTA: El stencil es de JEF AEROSOL


miércoles, septiembre 07, 2005

Enchufe


Me vendría bien tener uno cerca.

martes, septiembre 06, 2005

Mañana en el súper

Por fin no tengo la nevera tiritando. En agosto, la pobre ha sufrido mucho, al verse privada de oficio. Un par de tristes frascos de mermelada, una cebolla arrugada y seca, varias botellas rellenas de agua del grifo y un bote de zanahoria rallada (desde hace casi dos años forma parte de una guerra psicológica con Linus y que ahora ni interesa ni viene a cuento) era el triste cuadro que se desplegaba ante mi hambriento estómago. Se han acabado las rondas de tapitas en los bares del barrio y los atracos a mano armada de las cadenas de comida a domicilio que, en verano, gracias a los vagos como yo, se tienen que forrar.
El caso es que ya he hecho la compra del mes. Por fin he he llenado el carrito con alimentos básicos y algún que otro capricho. ¡Qué menos! Ya que me ha tocado ir a mí solita y pensar por dos. Una vez liberada del estrés que me supone tener que elegir qué necesito (estos del marketing saben perfectamente cómo engancharme: que si dos por uno, que si vaso de regalo…¡Siempre caigo!), hala, he tenido que esperar casi media hora de cola para pagar. Todas las cajas igual. Menos mal que estaba de buen humor y me ha dado por hacerme una composición mental de las vidas ajenas. La mujer separada y práctica que apuesta por las marcas blancas y vive en la más absoluta austeridad; la recién casada y abnegada esposa que, con voz dulce, le pregunta a su acompañante si quiere algo más; la abuelita con zapatillas de andar por casa que vive sola y no puede permitirse grandes lujos; un trío de estudiantes que empiezan a adaptarse a la convivencia en piso; la abuela que tiene a los nietos con ella; la cuarentona divorciada y sibarita… Cuando la cabeza no me daba para más, he buscado con la mirada algún joven con el que alegrarme la pestaña. Pero nada. Todo féminas. Me he quedado chafada, pero no sorprendida, porque justo esta mañana había leído la última encuesta de Consumo de la Cámara de Comercio de Madrid que afirma que “en el 66% de los hogares madrileños, la encargada de hacer la compra es la mujer, frente al 7% de los hombres que lo hace en solitario, mientras que otro 18% acompaña a su mujer, aunque no siempre comparte con ella la responsabilidad de determinar qué se compra, sino que se limita a empujar el carrito”.
Entre observaciones y reflexiones, ha llegado mi turno y… ¡hasta me han traído la compra a casa! (claro, que el importe que me he dejado allí, bien lo valía). Ahora que ya está todo ordenadito en su sitio en la cocina, me he dado cuenta de que se me ha olvidado comprar aceite de oliva y café. Confío en que vaya Linus y desmorone un poco las estadísticas.



lunes, septiembre 05, 2005

Reflejo en el espejo


El espejo ve al hombre hermoso,
el espejo ama al hombre;
otro espejo ve al hombre horrible
y lo odia; y es siempre el mismo
ser el que produce las impresiones.


D.A.F. de SADE: Justine

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