Historias de Doolittle

¿Qué vida es esta que llego a casa reventada a las 21.30 h, con la nevera tiritando y una larga jornada de curro delante del ordenador antes de que se vuelva a hacer de día?
Menos mal que tengo las pilas recién recargaítas.

…mmm… el viento suave que llega de la ciudad condal me susurra que a partir del jueves, una selecta e ilusionada colección de personas emocionadas (entre las que me incluyo) se lo va a pasar muy muy muy bien entre acordes, abrazos, risas, bailes, besos, cumpleaños, futuros recuerdos nostálgicos y…NEW ORDER!!!

Y si te vuelvo a ver pintar un corazón de tiza en la pared...

Últimamente he disfrutado viendo El último samurái (The Twilight Samurai), dirigida con delicadeza y cuidada ambientación poética por el veterano director Yoji Yamada, que ya lleva la escandalosa cifra de 76 largometrajes a sus espaldas. Esta película, hermosa e intimista, revisa la decadencia de los guerreros en el Japón rural del siglo XIX, y destruye las convenciones de género al explorar el corazón de un romántico samurái de rango inferior que sueña con la pacífica vida del granjero y con ver crecer a sus hijas, aunque sigue atado al código de honor de su casta.

Retrato personal a día de hoy: ojos enrojecidos y llorosos, moquera continua, largas series de estornudos cada cinco minutos, voz nasal y picor constante en la nariz, que es lo más molesto, aunque no se vea desde fuera.

La estación de las flores me ha atacado sin mostrar compasión. Además, los expertos prevén que la progresión de la alergia primaveral alcanzará su cota máxima en el año 2015, cuando afectará al 50 % de la población. ¡Sálvese quien pueda!

No hay dolor que la muerte no consuma.
Miguel de Unamuno

Lunes con cita trimestral en las desapacibles oficinas del INEM. Como ya tengo aprendida la lección he ido pronto y sólo me ha llevado mediodía de trámites. Premio al esfuerzo del madrugón. Sólo tengo a dos personas por delante en la primera cola que hago. Me atiende una señorita con un holgado pantalón de cuadros blancos y negros y camisa de rayas en los mismos tonos, que me comunica que no puede sellarme la demanda de desempleo al figurar otra persona con mi código y con trabajo. Al parecer tengo un alter ego que curra por mí.

Pido vez en una segunda fila. Voy detrás de una señora agobiada por el papeleo y delante de una mujer que protesta por cómo funciona el sistema y grita que va a reclamar en el mismito Ministerio ante las autoridades pertinentes. Suerte. Toca mi turno después de una espera que se me hace eterna, pero que no ha podido con mis ánimos de recuperar mi número. Esta vez tengo enfrente a una funcionaria que seguro que tiene menos años de los cientos que aparenta. Le cuento mi caso, pero no se inmuta. Al parecer, es bastante habitual un mismo número de identificación tenga dos vidas, como es el caso. Mirándome como si fuera una motita de polvo en un cristal, me comenta que lo ha arreglado. Desde ahora y al menos hasta agosto soy un número temporal.

unas manzanas arriba he dejado mis palabras

empieza el momento de los faros y el lucero del alba

Husmeando en las estanterías de Linus Larrabe di con Sangre Sabia, de Flannery O´Connor. Como las historias tienen un porqué, comencé a tirar del hilo: “¿Qué tiene que ver este libro contigo?”. “Es uno de los favoritos de Michael Stipe y Natalie Merchant”, contestó escuetamente. Melómano y mitómano, mi querido amigo es un auténtico romántico. Me encanta.

El caso es que he devorado la novela de esta autora que escribió con mano maestra y prosa despeinada, aunque profundamente cuerda, que predica los presupuestos del pensamiento existencial que surgió después de la segunda guerra mundial. Lunáticos, religiosos, predicadores, seres obsesionados con la religión, profetas y personajes grotescos y distorsionados, con gran semejanza a los valleinclanescos, pueblan las páginas de esta historia ambientada en el territorio sureño de EEUU, conocido como “cinturón bíblico” por su puritanismo.

La sobriedad estilística de O´Connor, de frases tajantes y breves, me ha arrastrado a un universo de marginados social y espiritualmente. Guiada por el protagonista Hazel Motes, creo que he experimentado una transición vital desde el ateísmo a la espiritualidad.

¿A dónde iremos a parar?

La rosa de New Order para ti, abuela.

Apuraos porque faltan pocos días para el 16 de mayo. En esta fecha, el MNCARS retirará la exposición “Nueva York y el arte moderno. Alfred Stieglitz y su círculo (1905-1930)”, en la que se recrean los primeros pasos del arte contemporáneo a comienzos de siglo veinte en la ciudad de los rascacielos. El carismático Stieglitz, considerado como el padre de la fotografía moderna estadounidense, descubrió al público los progresos de la vanguardia europea, gracias a sus fotos y a las muestras expuestas en su galería del número 291 de la Quinta Avenida.

Junto a instantáneas de la rugiente urbe realizadas por Stieglitz, que además de fotógrafo fue galerista, comisario, coleccionista, editor y marido de Georgia O´keefe, se incluyen en la muestra obras de artistas norteamericanos modernos cercanos, como Matisse, Cézanne, Kandinsky, Picasso, Braque, Picabia, Duchamp o Brancussi. Entre ellas está el famoso urinario de M. Duchamp y un ejemplar Camera Work, la primera revista del mundo dedicada exclusivamente a la fotografía.

Una selección de 80 fotografías ayudan a apreciar la evolución del arte de Stieglitz, desde el pictorialismo de 1889 hasta la "fotografía directa" de 1937, trayectoria que termina diez años antes de su muerte. A su vez, en las salas del museo se muestra también la obra de otros fotógrafos más jóvenes y cercanos a Stieglitz, artistas que asimilaron las lecciones del modernismo y las aplicaron a la fotografía, como Paul Strand y Charles Séller.

Buenísima.

Gracias (gemelita) por estos días compartidos.
De risas.
Por toda una vida de confidencias. Por tus análisis mentales de amores reales e irreales.
Por el reo de nocturnidad. Para levantar momentos duros y deslizar la mente al país de la belleza.
Hay muchas páginas para soñar.
Gracias por llenarme el vaso. Hasta el tope.
…Tantos años juntas.
Inquietudes compartidas
Y nuevos horizontes en perspectiva.
Con apoyo virtual y carnal.
Y sabrosos festines.
Contigo. Sí, bonita.

Dar una vuelta al mundo como Juan Sebastián Elcano; disfrutar de unos días en el Norte alojada en un igloo; explorar la selva a lomos de un elefante; participar en una caravana de sal con los nómadas del desierto; pisar los hielos eternos de la Antártida; pernoctar en oasis rodeado de dunas con el cielo plagado de estrellas; escaparse a una isla privada a bucear y descansar… ¿Algo alcanzable sólo para algunos? Quizá sí. Pero desde hoy, y durante, al menos tres meses, voy a organizar estos viajes idílicos a mundos soñados. ¿Dónde te llevo?

Ya estoy de vuelta. He pasado unos días preciosos, completamente desconectada del ordenador, como se puede apreciar. En familia, con mi chico, buenas amigas y divertidas conversaciones. Atardeceres de pelota roja entre los edificios y cielo de colores chillones, cervecitas en terrazas, buena comida, cenas en el jardín, noche de baile música del sello Warp, previo conciertazo interpretado por The London Sinfonietta en el auditorio, juegos de mesa (he recuperado el Simon), pateadas por la ciudad, La escopeta nacional, algún que otro estornudo por el abundante polen, tapas ricas en el casco, una temperatura veraniega, mimos, excursión al Pirineo y paseo por los caminitos verdes... Ya estoy de nuevo en la ciudad y contenta total.