Historias de Doolittle

Me asomo al balcón de mi luminoso piso y el género humano me sorprende por la falta de homogeneidad. Por las aceras, personas abrigadas hasta los ojos, como si de un momento a otro una gran nevada fuera a caer sobre sus cabezas, desfilan junto a otros individuos, completamente ligeros de ropa, que parecen dar la bienvenida al calor y desafiando al variable termómetro primaveral.
Es verdad que ya hemos dejado atrás el invierno y las temperaturas han subido, pero...¿dónde está la lluvia? ¿Por qué no están los campos verdes? Hace dos días parecía, por fin, que íbamos a recibir el preciado maná en forma de gotas. Nos hace falta a todos. ¡Necesito respirar y oler algo más que polución!
Me parece que esto del cambio climático es incluso más difícil de lo que pensaba...