lunes, julio 04, 2005

Hasta la próxima ola


Qué duro es volver a la ciudad cuando se ha alcanzado el paraíso. Como en un espejismo, el fin de semana se ha escapado de entre mis dedos con la vuelta a las obligaciones. La pena es que, además de sequedad y piel tirante, regresan pequeños e importantes matices que, durante tres días desaparecieron como por arte de magia: contaminación acústica de pitidos, motores, taladradoras y sirenas, quietud total del aire, colas en el mismo aeropuerto, gruñidos, sudores, prisas, “atajquitos”, algún que otro insulto, mundo subterráneo y una jefa petarda y maleducada, a la que aguanto, entre otras cosas, por no pasar todos los lunes al sol.
Tanto hastío al comenzar la semana no me conviene lo más mínimo, así que me consuelo tecleando un trabajo bastante interesante, previa minisiesta (bendición divina) y con la tranquilidad que da el saber que esto no ha sido más que un aperitivo estival. En menos de un mes, más.

Comentarios:
Yo quiero un aperitivo de esos
 
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