domingo, octubre 16, 2005

Mañana de domingo

Nariz taponada y lenta de reflejos. El catarrro otoñal ha sido mi primer contacto con el domingo. No me gusta nada. Y Linus se ha dado cuenta. Por eso a puesto en la bandeja de desayuno un par de pastillitas blancas que tienen la misión de despejarme. Ya noto los efectos de la química. ¡Cómo si no podría pasar este día de fiesta de delante del ordenador! También he de decir que ha contribuido a levantar el ánimo la vitamina C del doble zumo de naranja que me ha exprimido. Todo el desayuno lo ha preparado el muchacho solito mientras yo desafiaba el frío de una mañana de octubre lanzándome a la calle en busca de los papeles que nos tienen informados. Además, hoy es día de suplementos. El esfuerzo, como siempre, ha valido la pena. Junto al aceite y el azúcar, las tostadas tienen mejor sabor si se acompañan de la voz brumosa de Mary Margaret O´Hara. Para estremecerme poco a poco, de manera lenta y sosegada con el periódico, hoy he decidido empezar por el deporte y por los reportajes que tan sugerentes se presentan en papel satinado. La gripe aviar, el futuro de Irak, las secuelas del seísmo de Pakistán y los problemas de los emigrantes en nuestro país, esperan a que mis neuronas y mis cinco sentidos estén despiertos. Así que, de momento, se quedan sobre la mesa hasta la hora del café. Que ahora me voy a poner guapa. Es domingo y me regalo la mañana libre para disfrutar del día que, aunque ventoso y fresco, viene acompañado de un sol radiante que no me quiero perder.

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