Historias de Doolittle

Mi amiga tiene un novio consumista. Ahora que se han comprado una casa juntos, él tiene que aprender a ahorrar. Mi amiga me ha contado que a su chico le cuesta un montón frenar su impulso natural y, de vez en cuando, (no me he atrevido a preguntar los márgenes) se escapa a las tiendas para hacerse con lo último de lo último (siempre), se relaja y regresa con una gran sonrisa y bolsas llenas.
Esta semana yo he salido beneficiada de la afición del novio de mi colega. En una de sus incursiones a las tiendas, el muchacho compró una novela gráfica para su chica, y ella, que conoce mis gustos, me la ha dejado. Al igual que mi amiga, también yo he devorado los cuatro tomos que constituyen Persépolis, la autobiografía de Marjane Satrapi, la primera dibujante de cómics iraní. Casi de una sentada me he zambullido, viñeta a viñeta, en el derrocamiento del gobierno títere del Sha de Persia, en la revolución que implantó una república islámica, retrógada y totalitaria, en Irán, y en la cruel guerra que enfrentó a este país con Irak. He acompañado a “Marji” en su exilio en Austria desde 1984 hasta 1989 y durante su vuelta a Irán, donde estudió arte, se casó, se divorció… Con dibujos de marcado estilo minimalista, en blanco y negro, y casi a modo de documental, Satrapi me ha descubierto un montón de historias de su fascinante país.
Esta misma mañana, fruto de mi fuerte influencia occidental, como el novio de mi amiga, me he avalanzado a la tienda para comprar yo misma otra obra de esta autora.