lunes, octubre 31, 2005
amance
La noche no produce milagros. Me he despertado arropada en su olor. Tardará en volver muchos días y duermo en su lado de la cama. Pero ahora no bajo la persiana y dejo que la luz de la mañana me arranque las legañas y mientras amanece la ciudad, me acuerdo de sus besos de memoria. De momento, hace sol.
domingo, octubre 30, 2005
plan de chica
hoy es domingo y llueve.
Un fabuloso panorama que invita a encontrar la diversión entre las paredes blancas de mi casa. Por suerte, no tengo que esforzarme mucho en buscar. Cada habitación esconde un tesoro. La cocina tiene la nevera casi llena y no me falta la tableta de chocolate. Básica. El armario del baño guarda celosamente, para mi deleite, potingues varios con los que limpiarme, exfoliarme y mimarme hasta sentirme mejor. En las estanterías de la habitación, me esperan nuevos libros en los que sumergirme: algunos ejemplares de las nuevas ediciones de penguin por su 70 aniversario, el de Cheever… Es genial tener tanto para elegir. Y además, me da mucha paz leer mientras escucho la calle en silencio y las gotas de lluvia. Un privilegio sólo reservado para días especiales como éste, que cuenta con una hora más. Así que que voy a aprovechar este retraso en el reloj viendo una comedia que tiene la banda sonora de Mancini y los diseños de Givenchy.
Un fabuloso panorama que invita a encontrar la diversión entre las paredes blancas de mi casa. Por suerte, no tengo que esforzarme mucho en buscar. Cada habitación esconde un tesoro. La cocina tiene la nevera casi llena y no me falta la tableta de chocolate. Básica. El armario del baño guarda celosamente, para mi deleite, potingues varios con los que limpiarme, exfoliarme y mimarme hasta sentirme mejor. En las estanterías de la habitación, me esperan nuevos libros en los que sumergirme: algunos ejemplares de las nuevas ediciones de penguin por su 70 aniversario, el de Cheever… Es genial tener tanto para elegir. Y además, me da mucha paz leer mientras escucho la calle en silencio y las gotas de lluvia. Un privilegio sólo reservado para días especiales como éste, que cuenta con una hora más. Así que que voy a aprovechar este retraso en el reloj viendo una comedia que tiene la banda sonora de Mancini y los diseños de Givenchy.
miércoles, octubre 26, 2005
Batalla en el cielo
martes, octubre 25, 2005
Ando
Sin remordimientos me he despedido del metro y de los transbordos. El autobús lo dejo reservado para los días de lluvia torrencial, que me temo que serán pocos este año de sequía. Desde hace dos semanas voy andando a trabajar. Caminar durante media hora por la mañana me sienta genial. Llego despierta y con los ojos en su sitio, deshinchados. He cambiado la lectura por los cascos, que me ponen la banda sonora y me han despertado el apetito musical que se me estaba escondiendo sibilinamente. También ando más garbosa, con ritmo y sentimiento. Hasta me parece notar que los porteros de las casas acompañan los acordes con la escoba, al igual que los pasos del repartidor del pan cuando arrastra el carrito de hierro con la mercancía y que me cruzo al acercarme a la Castellana, zona noble en la que todavía existe esta profesión para algunos privilegiados. Incluso los semáforos van con mi compás. Me gusta esta vida menos cuadriculada.
lunes, octubre 24, 2005
Placeres solitarios
Aunque intento evitarlo, horas, minutos y segundos vuelan delante de la pantalla. Que si escribo un mail, las lecturas de los blogs y fotologs que me tienen enganchada, ahora me bajo una cancioncita, y, entre tanto, aprovecho para tomarme un café virtual con la ayuda del messenger…La tecnología, que tantos placeres me da, también me va a convertir en un alma solitaria con problemas de vista, que se comunica con el mundo tecleando.
Así que hoy no me entretengo más.
Así que hoy no me entretengo más.
martes, octubre 18, 2005
Snif, snif
Mi pequeña y redonda nariz, de clara herencia paterna, se está despellejando. La culpa la tiene el condenado resfriado que me acompaña día y noche y no me suelta. Me ha calado tan hondo que me ha cambiado hasta la voz y ahora, cada palabra que pronuncio tiene un tono repelentemente nasal. Los ojos que para mi abuela lucían como soles, en estos momentos parecen dos puntos opacos en un rostro cetrino. Pero, el cabrito del virus, que no me deja en paz ni en sueños, no contento con dejarme sin armas desde fuera, se ha cargado por completo mi sentido del gusto. Como, como y, por más qué lo intento, no saboreo nada. ¿Suerte o desgracia? Da igual que Linus se haya atrincherado en la cocina para complacerme, que yo, no me entero de lo que le ha salido. En estos momentos, mis papilas gustativas no distinguen la carne del pescado. ¡Castigo divino! Así que no me queda más remedio que poner todas mis esperanzas en la química, apoyada con algún remedio casero, como un vaso de leche aderezado con coñac, para eliminar los estragos del otoño en mi cuerpo.
domingo, octubre 16, 2005
Mañana de domingo
Nariz taponada y lenta de reflejos. El catarrro otoñal ha sido mi primer contacto con el domingo. No me gusta nada. Y Linus se ha dado cuenta. Por eso a puesto en la bandeja de desayuno un par de pastillitas blancas que tienen la misión de despejarme. Ya noto los efectos de la química. ¡Cómo si no podría pasar este día de fiesta de delante del ordenador! También he de decir que ha contribuido a levantar el ánimo la vitamina C del doble zumo de naranja que me ha exprimido. Todo el desayuno lo ha preparado el muchacho solito mientras yo desafiaba el frío de una mañana de octubre lanzándome a la calle en busca de los papeles que nos tienen informados. Además, hoy es día de suplementos. El esfuerzo, como siempre, ha valido la pena. Junto al aceite y el azúcar, las tostadas tienen mejor sabor si se acompañan de la voz brumosa de Mary Margaret O´Hara. Para estremecerme poco a poco, de manera lenta y sosegada con el periódico, hoy he decidido empezar por el deporte y por los reportajes que tan sugerentes se presentan en papel satinado. La gripe aviar, el futuro de Irak, las secuelas del seísmo de Pakistán y los problemas de los emigrantes en nuestro país, esperan a que mis neuronas y mis cinco sentidos estén despiertos. Así que, de momento, se quedan sobre la mesa hasta la hora del café. Que ahora me voy a poner guapa. Es domingo y me regalo la mañana libre para disfrutar del día que, aunque ventoso y fresco, viene acompañado de un sol radiante que no me quiero perder.
viernes, octubre 14, 2005
Spring high
A todas las niñas valientes que salen a realizar sus sueños
Una buena cosa que me ha ocurrido esta semana ha sido bajo tierra, en un mundo paralelo que discurre entre andenes, raíles, vagones y escaleras mecánicas. Durante unos minutos, en el inhóspito submundo del suburbano de Madrid compartí los nervios lógicos de C. antes de embarcarse en una aventura de 20 días por Argentina. Aunque ya no había vuelta atrás, hicimos un repaso a su mochila, para acabar verificando que todo estaba en orden. Seguro que, más de 24 horas después de su partida, ya se ha olvidado de las horas encerrada en el avión sobrevolando el Atlántico, ni se acuerda de los cambios de temperatura que vivió y también estoy segura de que por arte de magia le ha desaparecido ese pequeño nudo que le retorcía el estómago. Ahora está viviendo un gran sueño.
Pero, además, esta semana partida por la mitad empezó con un nuevo arranque profesional. Y eso me hace feliz. Cada paso, por pequeño que sea, supone siempre un gran avance.
Y los sueños, sueños son.
miércoles, octubre 12, 2005
Hoy por ayer
De Islandia. Fresquitas para ti, with love.
lunes, octubre 10, 2005
Llueve
Por fin.
Aunque sin grandes alardes, las gotas contra el asfalto crean una melodía que me hace muy feliz.
Aunque sin grandes alardes, las gotas contra el asfalto crean una melodía que me hace muy feliz.
domingo, octubre 09, 2005
Autumn leaves
miércoles, octubre 05, 2005
¡A gastar!
Probadores, gente, ropa, tallas, modelos, stock, catálogos, más ropa, empujones, unos arreglos, producto agotado... Ir de compras me marea y cada vez con más frecuencia me pasa que llego a casa con las manos vacías.
Una pérdida de tiempo total y absoluta.
Y también necesaria.
Una pérdida de tiempo total y absoluta.
Y también necesaria.
martes, octubre 04, 2005
La casa a cuestas
Me gusta llevar una libreta pequeña conmigo. Allí caben cumpleaños, garabatos, notas de recuerdo, apuntes, direcciones, monigotes, recetas, citas, ideas y hasta dibujos de hastío. Desde hace unas semanas salgo temprano por la puerta de mi edificio de estilo new yorker y no vuelvo a cruzarla hasta la noche. A esta rutina le sigue una ducha que me ayuda a desconectar.
Paso muchas horas fuera de casa y mi bolso, antes que un complemento útil, parece la casa de un caracol. Aunque a presión, todo cabe. O, mejor dicho, cabía. Mi espalda está resentida y los nudos y tirones en los músculos que ha generado el peso de los bártulos han sido el detonante definitivo que me ha hecho decir ¡basta!. Basta ya de cargar amuletos, agenda, el teléfono y su cargador, neceser, caramelos, barras de cereales y una pieza de fruta para el almuerzo, un botellín de agua para sobrevivir en el desierto, paraguas por si cesa la sequía y basta ya también de la libreta. Me arriesgo a no tener que depender de un objeto que me de suerte, a llevar las direcciones y teléfonos en el móvil aunque me quede sin batería. También he decidido usar un cepillo de dientes plegable, no tomar dulce, meterme en un bar para comer una pulguita a media mañana, beber agua del grifo y, aunque me duele, me he resignado a no ver la lluvia. Lo de la libreta tiene fácil solución. Lo apunto todo en papelitos, que pesan poco. Es una solución útil y efectiva. Ahora sólo tengo que aprender a organizar las notas, para que no se me vuelvan a perder bajo las calles.
Hace tan sólo un rato, al bajar de un vagón del metro, la cremallera del bolso ha cedido y como un dragón rugiente, ha lanzado a las vías todos mis pequeños manuscritos provocando una lluvia blanca y alborozada, que ha dejado para el olvido todas mis ideas.
Paso muchas horas fuera de casa y mi bolso, antes que un complemento útil, parece la casa de un caracol. Aunque a presión, todo cabe. O, mejor dicho, cabía. Mi espalda está resentida y los nudos y tirones en los músculos que ha generado el peso de los bártulos han sido el detonante definitivo que me ha hecho decir ¡basta!. Basta ya de cargar amuletos, agenda, el teléfono y su cargador, neceser, caramelos, barras de cereales y una pieza de fruta para el almuerzo, un botellín de agua para sobrevivir en el desierto, paraguas por si cesa la sequía y basta ya también de la libreta. Me arriesgo a no tener que depender de un objeto que me de suerte, a llevar las direcciones y teléfonos en el móvil aunque me quede sin batería. También he decidido usar un cepillo de dientes plegable, no tomar dulce, meterme en un bar para comer una pulguita a media mañana, beber agua del grifo y, aunque me duele, me he resignado a no ver la lluvia. Lo de la libreta tiene fácil solución. Lo apunto todo en papelitos, que pesan poco. Es una solución útil y efectiva. Ahora sólo tengo que aprender a organizar las notas, para que no se me vuelvan a perder bajo las calles.
Hace tan sólo un rato, al bajar de un vagón del metro, la cremallera del bolso ha cedido y como un dragón rugiente, ha lanzado a las vías todos mis pequeños manuscritos provocando una lluvia blanca y alborozada, que ha dejado para el olvido todas mis ideas.
domingo, octubre 02, 2005
En casa
Bien porque tengo un horario de ejecutiva (en paro) y no paso por casa hasta entrada la noche; bien porque he estado encadenando las tardes con una producción en masa de camisetas; bien porque he tenido visita; bien porque el tiempo libre que me queda lo he utilizado para otros menesteres, ha pasado una semana sin haberme asomado por el blog.
Las puntas de los dedos me pedían a gritos teclear unas
*´¨)
¸.´¸.*´¨) .*¨)
(¸. (¸.` ¤....PiRuLeTRaS
Las puntas de los dedos me pedían a gritos teclear unas
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